martes, 24 de abril de 2007

Se puede superar la depresión de los lunes

El “síndrome de vuelta al trabajo” se produce al inicio de cada semana por factores organizacionales, personales y, también, culturales. Una tarea monótona y desmotivadora suele agobiar al empleado cuando debe volver al trabajo después del descanso del fin de semana.

Uno de los clásicos del mundo del trabajo es la depresión de los lunes, una cuestión más frecuente de lo que se supone. La depresión es una consecuencia del estrés, que es la primera causa de ausentismo laboral. Se lo denomina el síndrome de la vuelta al trabajo, y sus aspectos visibles son: desánimo, irritabilidad, cansancio, tristeza o problemas de concentración.

“Parece estar ligado al sentimiento de un nuevo comienzo, el inicio de la semana laboral, con la angustia por la presunta aparición de factores impredecibles, y se considera que una causa es la estacionalidad, puesto que se emparenta con el fin de las vacaciones”, destaca la psicóloga laboral Graciela Chamut, docente de la Unsta y master en Dirección de Empresas. En ocasiones, este síndrome comienza el domingo por la tarde, o por la noche, con el fin del descanso y la preparación para el día siguiente.

Muchas personas tienen buenas razones para no desear ir a su trabajo; en otras ocasiones, esta actitud no se justifica. “Las causas que provocan malestar en el trabajo con razones justificadas tienen que ver con características desmotivadoras, que aparecen en distintos niveles de la organización. Generan alto nivel de insatisfacción y la injusticia, el maltrato y la falta de valores ocupan los primeros lugares”, señala Chamut. Algunas de estas, además, son disparadoras de estrés y de angustia extrema, a veces invalidante laboralmente.

Factores que inciden
Chamut sostiene que la depresión del lunes puede deberse a factores organizacionales, personales y culturales. Entre los “factores organizacionales”, se destacan:

1- Trabajo: cuando el trabajo es monótono, aburrido o rutinario; cuando el trabajador está sobrecalificado para el puesto (el caso de un ingeniero trabajando con la pala); cuando percibe la inequidad de su remuneración, que es baja en comparación con los valores de mercado vigentes, inferior a su capacidad o dedicación, o en relación con compañeros que no hacen más ni mejor trabajo que él; cuando los premios se dan sin respetar las normas; cuando las normas son injustas; o cuando se destinan a personas que claramente no los merecen. Un punto importante es la falta de posibilidades de crecimiento personal o de ascensos. También es factor desmotivante el exceso de exigencias laborales, por la cantidad de tiempo que requiere el trabajo, a costa de las horas de descanso o de familia, y cuando existe una muy baja tolerancia al error, o cuando los errores se hacen públicos o se ridiculiza a la persona. En síntesis, la falta de satisfacción laboral es el punto crítico de la depresión del lunes, según Chamut

2- Jefes: cuando el jefe es débil, sin capacidad de liderazgo ni de convencimiento; cuando es fácilmente influenciable y contradictorio; cuando no apoya a su personal; cuando es prepotente e injusto; cuando se duda sobre su competencia, sus conocimientos o su capacidad; cuando no tiene autoridad moral; cuando utiliza su poder con fines personales; cuando sus órdenes no son consistentes con los objetivos de la organización; en síntesis, cuando sus seguidores no pueden confiar en él, el lugar de trabajo se convierte en creador de tensiones, malestar y violencia.

3- Compañeros: cuando se fomenta la competencia dura entre compañeros; cuando se justifica la deslealtad, se genera la desconfianza y se desalienta la capacidad de trabajo en equipo; entonces, es notable observar que la empresa se convierte en un lugar desagradable para las personas con valores.

Entre los “factores personales”, se mencionan:

1- Trabajo: el trabajo mismo se convierte en motivo de insatisfacción cuando a uno le desagrada lo que hace, por falta de vocación o de motivación.

2- Personalidad: algunas personas se deprimen el lunes porque lo ven como el regreso al deber, a la monotonía y a la falta de libertad, sobre todo en relación con horarios. Otras se angustian en función de altas exigencias internas, por la necesidad de hacer todo perfecto, de no cometer errores y tener las repuestas correctas. También están las personas que se preocupan por lo inesperado que puede traer el trabajo, lo que les genera predisposición al estrés. Y las que se sienten poco importantes, sin suerte en su trabajo y en la vida.

3- Ocio activo: muchas personas realizan un importante gasto de energías durante el fin de semana, realizando actividades deportivas en exceso sin la adecuada preparación física, o bien actividades sociales extendidas, en las que el descanso y el sueño se reducen al mínimo. Esto genera un lunes con importante nivel de fatiga, a consecuencia de los excesos del fin de semana.

4- Consumismo: el consumismo exagerado, con la avidez por las marcas y los objetos que son signos externos de estatus; el compromiso económico de sueldos del futuro para lograr “darse gustos” hace que se considere al trabajo actual inadecuado para satisfacer necesidades que, en realidad, son deseos. Esto convierte el trabajo en un yugo, al que hay que atarse por obligación. Y el lunes es el momento de choque de los dos mundos: el del placer y el del deber.
Entre los “factores culturales”, se impone la cultura “light”, con sus características, como la valorización extrema del placer como fin último de la vida; la desvalorización del esfuerzo y la dedicación, y la ausencia del orgullo personal por la propia capacidad de generar riqueza y cambios. “También afecta a los individuos con problemas muy serios, como la falta de autonomía económica y la dependencia no forzada de parientes cercanos, ya bastante pasada la mayoría de edad”, remarca Chamut.

“Las personas comprometidas y con buena autoestima tienden a tener pensamientos positivos y a ser más optimistas, lo que las aleja de la depresión”, concluye la experta.

Via: La Gaceta

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